lunes, 13 de mayo de 2019

Biografía de un cuerpo



Hola soy José y os voy a contar un poco sobre mi libro favorito y mi experiencia leyéndolo. Mi libro favorito se llama Biografía de un cuerpo, de Mónica Rodríguez. A mí me gustó porque me sentí un poco identificado con el protagonista. Cuando me regalaron este libro, no sabía si me iba a gustar o no, pues el título no me atraía.
Empecé a leer el libro. Me aburría. Era como estar leyendo toda la historia del cuerpo en Wikipedia. Dejé de leerlo, pero cada noche, cuando me iba a la cama, era como si el libro me dijera, léeme. Y cada noche, me entraba más la curiosidad de saber la historia del protagonista. Un día, en una noche de verano, no pude aguantar más, me tumbé en la cama y empecé a leer el libro. No os vais a creer lo que os voy a contar pero, al pasar la primera página (que es por donde me quedé la última vez), me quedé sorprendido. Toda la página estaba en blanco. Claro, yo en ese momento pensé que había sido una errata del que lo escribió, pero no. Pasé todas las demás páginas y todas estaban en blanco. En ese momento pensé en decirse lo a mis padres para que lo descambiaran pero, al abrir la puerta de mi cuarto, nada era igual, todo era diferente. No estaba en mi casa. Me asusté y volví a mi cuarto, que era lo único que no había cambiado. Me eché en la cama y me vino una extraña sensación de estar dentro del libro. ¿Y si yo tenía que continuar la historia? Fue lo primero que me vino a la cabeza. Me pellizqué varias veces pero me dolía y no notaba ningún cambio en mí alrededor. No podía creer lo que me estaba pasando. Pero yo estaba seguro de que era un sueño y actué con normalidad a mi nueva vida, siempre pensando en que algún día me despertaré.
Pasaron tres años y nada, no me despertaba. Yo sentía que mi personalidad y mi forma de ser habían cambiado. Además, también lo notaba porque mis amigos me ponían motes diferentes a los que me ponían antes. Ahora valoraba mucho más mi cuerpo. Me miraba todos los días en el espejo para observar todas la curvaturas que tenía y como cambiaba cada día. Soñaba con ser un gran bailarín profesional que pisaría todos los escenarios del mundo. Yo ya me iba acostumbrando a mi nueva vida; mis nuevos amigos, profesores, mi nueva familia… Cada día iba al conservatorio a aprender más del baile. Cosa que odiaba en mi vida de antes.
En esta nueva vida he vivido la adolescencia (para mí, la parte más importante de nuestras vidas) donde viví muchísimas experiencias divertidas, tristes, aburridas… No quería perder el tiempo pues, sabía que me iba a despertar en cualquier momento. Llegó el día: estaba yo en sofá cuando entró mi nueva madre y me extendió un cuaderno rojo con un candado. Le pregunté que qué era eso. Ella me dijo que era un diario, donde podría escribir sobre mí. Me pareció una buena idea ya que la tarea del adolescente es descubrir quién eres, y el diario me ayudaría a descubrirlo. Me fui a mi cuarto, me tumbé en la cama y empecé a escribir. Estaba muy cansado. Me perdí en las palabras y me dormí. Cuando desperté mi madre me llamaba, pero no era la madre del libro sino la real, la que me tuvo, me cuidó y me educó toda mi infancia. Estaba feliz y a la vez triste de dejar atrás toda mi adolescencia. Pero se me quitó toda la tristeza cuando vi que el libro que me regalaron y que empecé a leer con 11 años, ya no estaba vacío. Estaba lleno de experiencias e historias de mi adolescencia. No me lo creía. Y desde ese día, me leo una y otra vez el libro, no me canso.
José Bastida Peón (2º ESO A) 

La guerra de los espejos



La verdad he de reconocer que soy más de televisión que de libros, pero cuando se trata de uno que de verdad me interese, puedo pasarme horas y horas leyendo. Todo empezó un día normal cuando mi instituto había montado como una especie de evento donde podías intercambiar un libro que no te gustase o que ya te lo habías leído para cambiarlo por otro de segunda mano, nunca me gustaron mucho las cosas de segunda mano, pero quise darles una oportunidad a todos esos libros, pensé que sería una buena manera de reciclar todos los árboles que habían talado para hacer historias pintadas en papel. Llevé tres libros viejos que ya había leído, y juro que me pasé la mayoría del recreo leyendo resúmenes de todos los libros disponibles, pero en concreto, uno me llamó la atención, “La Guerra de los Espejos” de Frank Beddor, una historia inspirada en “Alicia en el país de las Maravillas” y “A través del espejo” esto me llamó mucho la atención ya que “Alicia en el país de las Maravillas” eran una de mis historias favoritas cuando era más pequeña. Deseosa llegué a mi casa con ese libro y dos más los cuales había elegido al igual que este, pero en mi mente solo se me ocurría leer aquel libro que tanto me había llamado la atención desde un momento. Subí corriendo a mi habitación e hice todas las tareas que tenía por delante para sumergirme cuanto antes al mundo de la literatura. Cuando abrí el libro por su página inicial, me concentré tanto en este que era como si una película se estuviera filmando en mi cabeza. La historia empezaba en el cumpleaños de una princesa, seguramente ahora estén pensando en la típica princesa de melena rubia y larga que le llega a la cintura, ojos azules y un vestido de color rosa pastel el cual llegaba hasta les puntas de los talones de sus zapatos de cristal, pero esa princesa tenía algo especial la cual ninguna princesa de ninguna historia tenía antes, era un súper poder, y no, no se trataba de disparar rayos láseres por los ojos o volar y poder tocar el sol, se trataba de uno el cual muchos nacieron teniéndolo y a muchos se les ha desaparecido, la imaginación. La historia cuenta que todo lo que la princesa imaginaba se hacía realidad, salía de la nada, es una buena manera de enseñar a los jóvenes a tener que usar la imaginación ya que muchos dicen la excusa de “yo no tengo imaginación” pero el verdadero problema es no saber usarla, como dice la historia Alyss, nuestra protagonista, deberá aprender a luchar con la mayor arma más poderosa y efectiva, y no estoy hablando de un misil o una bomba nuclear, la madre de la joven Alyss le enseña a que todas las cosas buenas se pueden utilizar también de mala manera la cual puede causar graves daños, y siempre pone de ejemplo a su tía. La tía de Alyss es la hermana mayor de la madre de la chica la cual tuvo el mismo poder de Alyss, pero, al contrario esta iba a ser la antecedente al trono de Marvilia, pero su mala conducta y mal uso de este gran poder la llevaron hacia la locura y fue desterrada permanentemente de Marvilia y le cedieron el trono a su hermana menor.
Aquí es donde la sed de venganza de la malvada tía se apodera de su voluntad y decide llevar este el día del cumpleaños de Alyss.
Aquí fue donde el futuro de Alyss se destruyó por completo, como un espejo. Ya que la mujer asesinó a los padres de la pequeña Alyss junto a grandes personas que estaban celebrando el cumpleaños de la niña y a gran parte de la población de Marvilia.
Para escapar, Alyss se trasladó de reino y tuvo que vivir junto a la multitud como un habitante más, además de eso, recibió el nombre falso de “Alicia” para que no la reconocieran como la princesa y la que iba a ser futura reina de Marvilia, a todo esto, para reclamar su reino debe planificar una obra maestra que derrote a la malvada de su tía utilizando hábilmente su gran poder de imaginar.
Si tuviera elegir un libro que de verdad me interese, sería este ya que fomenta las ganas de imaginar y en él se introducen varias escenas fantásticas, dramáticas, realistas, etc…

 Jimena Blanco de los Reyes (2º ESO A)

Robinson Crusoe



Era una fría tarde de invierno. Acababa de terminar de hacer los deberes. Tenía en mí una sensación de paz y tranquilidad muy grande, que me impedía hacer otra cosa que no fuera leer. Entonces, cogí el libro de la estantería, me acomodé en mi sofá y proseguí la lectura por el punto en que la había dejado la última vez que leí.
Llevaba ya dos semanas sin leer, debido a que no había tenido tiempo, por los muchos exámenes que había tenido la semana anterior, y cada vez que tenía que quedarme estudiando en mi cuarto hasta avanzadas horas de la noche, se apoderaba de mí una sensación de querer pero no poder.
El libro que estaba leyendo se llamaba “Robinson Crusoe”. Era una novela clásica inspirada en el siglo XVIII, en la que un hombre náufraga en una isla desierta en América, sobrevive durante 28 años y consigue huir con la ayuda de personas que van llegando a la isla durante su estancia allí.
Había llegado más o menos a la mitad del libro, cuando Robinson Crusoe se encuentra en su decimosexto año en la isla, y cuando vive las mejores aventuras del libro.
Cada palabra, cada párrafo, cada página, me mantenía con los cinco sentidos puesto en la lectura, y, en ese momento, si hubiera habido un terremoto, no me hubiera enterado, debido a que solo me ocupaba de la lectura, y nada más.
Estuve atento a las aventuras que le acontecían a Robinson Crusoe, y durante un rato, no pensé en nada más que en cómo se sintió Robinson Crusoe cuando llegó a la isla, y como manifestó su inmensa alegría al llegar a su casa, sano y salvo.
Todo esto hizo que durante más o menos media hora perdiera la noción del tiempo. Cuando me dí cuenta de la hora que era, mi sorpresa fue inmensa y, debido a ello, seguí leyendo con más ganas aún, sin darle importancia más a la hora que era, ni a la hora prevista para acabar la lectura.
El libro me estaba maravillando, y no podía parar de leer de ninguna de las maneras, así que prolongué mi tiempo de lectura unos minutos más, ya que estaba muy enganchado al libro.
Empezaba a tener un poco de sueño, pero mis ganas de leer eran incansables, y seguí leyendo, aun pensando que si prolongaba mucho mi tiempo de lectura, a la mañana siguiente estaría más cansado que de costumbre.
Había leído ya una gran cantidad de páginas, cuando de repente: ¡Aparecí en un barco rodeado de multitud de marineros!
Me encontraba en un estado de sorpresa, pero a la vez no sabía ni donde estaba, así que le pregunté a uno de los marineros:
-Buenas tardes. ¿Podría decirme en qué barco estamos?
-Hola buenas. ¿Es usted marinero?
-No.
-¿Y entonces qué hace usted aquí?
-No lo sé.
-Entonces tendrá usted que hablar con el capitán Robinson Crusoe. Ahora mismo estará contigo.
Cuando escuché ese nombre, el corazón me dio un vuelco. ¡Estaba navegando con Robinson Crusoe! Pensé entonces que no estaba en el siglo XXI, sino que estaba en el siglo XVIII: ¡Había viajado en el tiempo!
Cuando vi acercarse hacia mí a Robinson Crusoe, todo mi cuerpo desbordaba alegría. Mantuvimos una larga conversación en la que, para disimular, le expliqué que me había equivocado de barco, y, pese a las protestas de los demás marineros, el bueno de Robinson me dijo que podía formar parte de la expedición.
Yo le conté que había estado refugiado en la bodega durante un tiempo, y entonces él me contó su historia: hacía unos años, se había marchado de su casa de York porque quería conocer mundo, a pesar de la oposición de sus padres, y que casi murió en el intento. Más adelante, y gracias a un capitán inglés, fue rescatado de Marruecos, donde había sido llevado por los piratas que atacaron su barco, y este lo llevó a Brasil, donde se dedicó a plantar cañas de azúcar. Debido a la necesidad de tener nuevos esclavos, estaba viajando a África para llevarse de vuelta a Brasil unos cuantos esclavos negros.
Tras esta larga conversación, que duró aproximadamente una hora, cada uno nos fuimos a nuestros aposentos, ya que se acercaba la noche y había que descansar para la noche siguiente.
Durante tres días, el mar estuvo en calma, pero al cuarto una furia inmensa se desató en el mar. Las olas superaban los seis metros y todos teníamos mucho miedo. Tuve que ayudar en labores marineras, por mi bien y por el de los demás.
Llevábamos todo el día luchando contra la fuerza del mar, cuando, recién entrada la noche, una ola gigantesca nos engulló, y ninguno de los tripulantes del barco pudimos hacer nada.
Me vi en el agua, a punto de morir ahogado cuando, de repente, oí una voz cercana a mí que decía:
-¡Javier, despierta!
Entonces, aparecí otra vez en el sofá de mi casa, y me di cuenta de que todo había sido un sueño.
Abrí otra vez el libro por la página en la que me encontraba y continué leyendo.

Francisco Javier Burón Salazar (2º ESO A)

El Nombre del Viento



Ahí estaba él plantado, con su espada en ristre. Tenía un aire espectral, como de alguien que ni siquiera pertenece a esta dimensión. Esto último era fácilmente imperceptible, las marcas del tiempo lo habían borrado casi por completo. Ahora, era de esas personas que se podrían difuminar con el resto del mundo. Esto ocurriría de no ser por su deslumbrante pelo rojo fuego, y sus ojos, verde profundo.
Mi madre me había hablado de él con anterioridad. Yo, en mi empecinado orgullo, no quise dejar el otro, a pesar de siendo ésa la quinta vez que lo leía. El orgullo es una imperfección humana, muchos lo padecen. No era una excepción el otro, el, por así decirlo, rival.
Este se diferenciaba del espadachín por muchas razones. Que no llevaba ningún arma era obvio. Luego estaba la vestimenta. Mientras que uno vestía de cuero y tela gastada por los años, el muchacho llevaba un traje nuevo, de un día y medio como mucho, gris a rayas. Cada prenda del conjunto combinaba a la perfección con la siguiente.
El último aspecto que los distinguía eran los ojos. Comparados con el de uno, verdes, los suyos, uno azul y otro avellana, destacaban como él mismo lo había hecho en su juventud. Un joven rico, sin padre, cuya única ambición fue recuperar el oro de la familia, llegó demasiado lejos. Simplemente se metió donde no debía, y eso provoco, en varias ocasiones, la destrucción parcial del mundo conocido. Poca cosa.
En eso sí se parecían. Eran huérfanos. El guerrero, de padre y madre, eso sí. Aunque en proporción él había pasado por muchos más males que el muchacho. Primero, vinieron los que se llevaron la vida de toda su familia, y lo obligaron a vagar sólo por el bosque, con únicamente el laúd de su padre para protegerse. Para cuando llegó a aquella hostil ciudad, ya casi no se tenía en pie. Pero allí todo fue a peor.
Dos años pasó en un entorno de extrema pobreza, viviendo entre ratas, huyendo de guardias y otros maleantes. Fue así hasta que se acordó del mago que le enseñó en su niñez, lo que hizo que se alejase de allí lo antes posible y llegase a la universidad de Arcanistas, donde haciendo gala de su increíble inteligencia, llegó a lo más alto. Después de revolucionar el gallinero entre alumnos (y maestros), yhabiendo completado su aprendizaje, se fue muy, muy lejos, como un humilde trotamundos. Fue contratado, despedido y perdonado, y finalmente se encontró dirigiendo una patrulla de guerrilleros que le hicieron acercarse demasiado a una elfa con malas intenciones. Esta lo tuvo cautivo un año, finalmente haciendo que él ganase su capa, hecha de pura sombra en honor a los dos años que pasó como su amante. A partir de ahí, llegó al lugar donde un buen amigo fue entrenado. Y al marchar, son desconocidos los acontecimientos que lo llevaron a, unos años más tarde, encontrarse pudriéndose como un tabernero en tierra de nadie.
Dos sagas bellamente escritas. Ciertamente. Y aunque la trepidante acción y el original humor que tiene el muchacho, cuyo nombre es sabido que es Artemis Fowl, hacen que esa sea un libro que desde mi punto de vista, es mejor que muchos otros, no son comparables a la elegancia y el insuperable popurrí de emociones que te produce El Nombre Del Viento, por no hablar, claro, de la increíble complejidad de personajes que concierne. Y seguiría escribiendo, pero no resistiría la irresistible tentación de leérmelo otra, y otra, y otra vez.
Claro, que de esto nada sabían los dos jóvenes, hermano y hermana que, desde lo alto, esperaban su turno para entrar a la acción.
Akuma y Ermine, ambos medio riéndose, se quedaron mirándolos a los otros dos, que estaban enfrentados con la mirada. Ellos iban a ganar, estaba claro. ¿Por qué? Muy sencillo. ¿A quién iba a hacer caso Él, a dos individuos cuyos destinos ya estaban marcados, o a sus propios hijos? Al fin y al cabo, esto son todos asuntos familiares, ¿O no?
Arún Díaz Ramos (2º ESO A) 

Campos de fresas



Elibro que recomiendo se titula Campos de fresas. Está escrito por el famoso autor Jordi Sierra i Fabra.
Este libro me ha gustado mucho, porque me ha enseñado que para cada acción hay una reacción.
El libro narra una historia que, por desgracia, es real: una chica está en coma por haber ingerido drogas. Ha sido muy interesante porque el libro da muchos giros inesperados y te hace engancharte a él.
Hay muchos personajes de mucha coherencia con la historia, lo que la hace fantástica y creíble.
También me ha gustado porque el final es muy inesperado y esperanzador.
Quiero que lo leáis vosotros para que lo disfrutéis igual que yo lo he hecho y saquéis vuestras propias conclusiones.
M.ª de los Reyes Fornoví López-Escobar (2º ESO A)




La puerta de los tres cerrojos



El otro día estaba yo en la clase de Física y Química cuando escuché algo familiar, no estaba prestando mucha atención, ”menos mal que me lo sé”, pensé. Y es que esto se lo debo a un libro titulado. “La puerta de los tres cerrojos”. Un nombre que te suena a misterio, fantasía o, incluso, aventura.
Al volver a mi casa vi el libro, ahí, tirado, “Con toda la magia que tiene en su interior y lo poco que parece”, pensé. Rato después comí, fui a waterpolo y, al volver a mi casa, abrí el libro.
De repente, me estremecí, noté una presencia luminosa, es decir, buena, me di la vuelta y me encontré con Quiona, “¡Quiona! ¿Cómo es posible? Tú no eres real”-dije. “Estaré muy cansado”-pensé. Pero enseguida me di cuenta de que era real, aquella hada de la Física Cuántica estaba allí, ¡Y era real!
Sin decir palabra Quiona me teleportó al mundo cuántico antes de que pudiese decir “Quark”. Cuando abrí los ojos allí estaba, un poco mareado, pero estaba. Le quise preguntar varias cosas como por ejemplo “¿La luz son electrones?” o “¿Vais a tener más aventuras Niko tú y Eldwen?” ella se mostró impasible como si no estuviera allí, le pregunté sobre su estado emocional.
Ella me comentó que había acudido a mí porque últimamente no he leído mucho y quería ayudarme a fomentar mi lectura. Tras una larga charla me entraron ganas de leerme un nuevo libro.
Después de ello hicimos turismo y vimos a unos viejos amigos: el bosón de higgs, los quarks, neutrones, los electrones y, como no, a los miembros del consejo, kronos, El maestro Zen-O…
Cuando íbamos por la calle apareció un gato negro al que acaricié, poco después me di cuenta, ¡Era el gato de Schrödinger!
Quiona me puso un acertijo que supe fácilmente resolver:
¿Cuál es la fuerza más poderosa?
Al terminar el viaje fuimos a mi casa, Quiona se esfumó, como yo entre las sábanas y quedé profundamente dormido, al final no supe si era un sueño o no, solo supe que aquel libro me había enseñado todo lo que sé de la física . Por eso lo recomiendo, por eso sé que la gente no lo conoce pero para mí siempre será el mejor libro, mi libro favorito.

Ángel David Huici Mingorance (2º ESO A)

Campos de fresas




He elegido Campos de Fresas como mi libro preferido porque aparte de que está muy interesante, que es el argumento de todos los niños, es un libro emocionante y sobre todo te hace reflexionar sobre el tema de las drogas, aunque yo todavía a mi edad de trece años soy pequeño para ir a una discoteca. Aun así me hace pensar que dentro de un futuro cercano, cuando yo empiece a ir de fiesta no consumiré esta droga o lo que sea que resulte perjudicial para mi cuerpo.




Este tema puede resultar incómodo hablarlo para algunos padres o madres, pero es un libro que yo lo recomendaría para algunos padres para que lo leyeran y evitaran o le “leyeran la cartilla” a sus hijos para que este tipo de sustancias, o en el libro llamadas drogas de diseño, no las consumieran. Esto los adolescentes de mi edad se lo pueden tomar a broma o que esta historia no es real, que es lo más probable, pero lo que sí es real es que en las discotecas o en las fiestas se vende mucha droga que luego al final la consumen los niños.
Este libro es muy recomendable para los niños para que vayan tomando esa idea de lo que se debe hacer o no, porque luego, una vez que ya tienes el vicio ya no lo puedes remediar, por eso es por lo que se debe leer este libro, sobre todo, repito, para los más pequeños.
Este libro yo siempre lo recomendaría para los más pequeños, para los padres y madres y para los adolescentes más inmaduros. Este libro es una muy buena idea de Jordi Sierra I Fabra. Espero que a los demás les guste al igual que a mí.
Pablo Mendoza Cuevas (2º ESO A)